La importancia de la acreditación universitaria y cómo influye en la empleabilidad de los egresados

La acreditación universitaria y su peso real en la empleabilidad de los egresados peruanos

En nuestro Perú, donde la educación superior se despliega como un mapa de contrastes —con universidades centenarias conviviendo con instituciones que apenas han aprendido a caminar—, la acreditación no es un tecnicismo. Es una brújula. Una que, aunque silenciosa, orienta el destino profesional de miles de jóvenes que egresan cada año con un título en la mano y preguntas en la cabeza.

La acreditación universitaria no se trata de una medalla institucional ni de un trámite decorativo. Es, en esencia, una verificación pública de que lo que se enseña tiene sentido, pertinencia y calidad. Y en un país donde el mercado laboral puede parecer una jungla sin señalética, ese detalle marca la diferencia entre avanzar o quedarse esperando.

¿Qué significa que una universidad esté acreditada?

Acreditar no es premiar. Es certificar que una institución cumple con estándares mínimos de calidad educativa. En Perú, esta tarea recae en la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu), que desde 2014 ha intentado poner orden en un ecosistema donde la oferta académica crecía más rápido que la garantía de su contenido.

La acreditación implica revisar aspectos como la infraestructura, el currículo, la investigación, la gestión institucional y la empleabilidad de los egresados. No basta con tener aulas y docentes: se exige coherencia entre lo que se enseña y lo que el país necesita. Puedes revisar los criterios oficiales en el sitio de Sineace, el organismo encargado de evaluar programas específicos.

¿Cómo influye en la empleabilidad?

La empleabilidad no es una fórmula matemática. Es una mezcla de preparación, oportunidad y contexto. Pero hay un dato que no se puede ignorar: los egresados de universidades acreditadas tienen más probabilidades de insertarse rápidamente en el mercado laboral, y con mejores condiciones.

En sectores como ingeniería, salud, educación o tecnología, donde la competencia es feroz y la formación técnica es clave, la acreditación funciona como un filtro silencioso. Las empresas, aunque no lo digan en voz alta, revisan de dónde viene el título. Y si la universidad está acreditada, el currículum avanza unos centímetros más rápido en la pila de postulantes.

¿Qué universidades están acreditadas en Perú?

La Sunedu publica periódicamente listas de universidades licenciadas y acreditadas. En su último informe, disponible en el ranking oficial, se destacan instituciones como la Pontificia Universidad Católica del Perú, la Universidad del Pacífico, la Universidad de Piura y la Universidad Nacional Agraria La Molina.

Pero atención: estar licenciada no es lo mismo que estar acreditada. La licencia permite operar; la acreditación certifica calidad. Es como diferenciar entre tener permiso para conducir y saber manejar bien.

¿Y qué pasa con las universidades no acreditadas?

Aquí la historia se vuelve más áspera. Muchos egresados de universidades no acreditadas enfrentan dificultades para conseguir empleo formal. Algunos deben complementar sus estudios con diplomados, cursos o incluso volver a estudiar desde cero. Otros se enfrentan a la frustración de ver cómo su título pierde peso frente a uno que viene con respaldo institucional.

En el mercado laboral peruano, donde el subempleo y la informalidad son moneda corriente, tener un título no basta. Lo que pesa es la reputación de la institución, la calidad del currículo y la capacidad del egresado para adaptarse. Y todo eso, en buena parte, está vinculado a la acreditación.

¿Es justo que el peso del título dependa de la acreditación?

La pregunta incomoda, pero es legítima. En un país donde el acceso a la educación superior aún está marcado por la desigualdad, exigir acreditación puede parecer elitista. Pero también es una forma de proteger a los estudiantes de ofertas académicas que prometen mucho y entregan poco.

La acreditación no debería ser un privilegio, sino una obligación. Y el Estado, a través de la Sunedu, tiene el deber de garantizar que todas las universidades —públicas y privadas— aspiren a ese estándar. El Plan Nacional de Educación Superior establece metas claras en ese sentido, aunque su implementación aún enfrenta resistencias.

¿Cómo saber si una universidad está acreditada?

La Sunedu ofrece un buscador público donde se puede verificar el estado de acreditación de cualquier institución. También se puede consultar el sistema de evaluación de programas en el sitio de Sineace, que permite revisar si una carrera específica ha sido evaluada y acreditada.

Revisar esta información antes de matricularse no es paranoia: es sentido común. Como leer la etiqueta antes de comprar un medicamento.

¿Qué impacto tiene en el desarrollo del país?

La acreditación universitaria no solo beneficia al estudiante. También mejora la competitividad del país, al formar profesionales más preparados, capaces de innovar, investigar y resolver problemas reales. En un contexto donde el Perú busca diversificar su economía y fortalecer sectores como la tecnología, la salud y la educación, contar con universidades acreditadas es una inversión estratégica.

Un país que acredita su educación superior es un país que se toma en serio su futuro. Y eso, aunque suene grandilocuente, se traduce en cosas concretas: menos desempleo, más productividad, mejor calidad de vida.

Tabla comparativa: impacto de la acreditación en la empleabilidad

Tipo de universidadTiempo promedio para conseguir empleoNivel de ingreso inicialPosibilidad de ascenso
Acreditada (PUCP, UP, UDEP)3 a 6 mesesAltoAlta
Licenciada no acreditada6 a 12 mesesMedioMedia
No licenciadaMás de 12 mesesBajoBaja

Fuente: datos agregados de Sunedu y estudios de empleabilidad de universidades peruanas.

¿Qué puede hacer el estudiante?

No todo está perdido si uno ya estudia en una universidad no acreditada. Se puede buscar programas acreditados dentro de la misma institución, complementar la formación con certificaciones reconocidas, o incluso migrar a otra universidad. Lo importante es entender que la acreditación no es un capricho institucional, sino una brújula profesional.

Y si estás por elegir dónde estudiar, no te dejes seducir por los campus modernos ni por los slogans publicitarios. Pregunta por la acreditación. Porque al final del día, el título que cuelga en tu pared será tan fuerte como el respaldo que lo sostiene.


La acreditación universitaria no es una garantía de éxito, pero sí una señal de que alguien se tomó el trabajo de verificar que lo que se enseña tiene sentido. En un país donde el talento abunda pero las oportunidades escasean, ese detalle puede marcar la diferencia entre ser contratado o seguir esperando. Como quien lleva un paraguas en Lima: puede que no llueva, pero si llueve, uno está preparado.

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